NICO Y JENN

 
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A mediados del mes de agosto de 2018, cuando intentaba quedar dormido, noté un dolor en mi entrepierna. Inmediatamente fui al baño y noté que uno de mis testículos tenía una masa extraña; le dije a mi esposa y ella me llevó a urgencias.
Dos días después, fui a que me hicieran la ecografía e inmediatamente cuando el médico termina de hacerla me dice: "Esto no es normal, debes ir ya a un urólogo”. Con esta advertencia, y algo de desconcierto, procedo a buscar al urólogo que tuviera la cita más cercana y encuentro uno que me puede atender el día siguiente.
Al día siguiente donde el urólogo, este confirma que la masa no era normal, que obedece a un tumor y que en esta parte del cuerpo no existe el concepto de tumor benigno y, por ende, tienen que operarme lo más pronto posible. Además, que después de la operación tienen que enviar la masa a patología, luego revisar los resultados y ver que tratamiento debe aplicarse (en el mejor de los casos un ciclo de quimioterapia). En ese momento no pensaba en mí, pensaba en que la idea de tener hijos se podía desvanecer.

 
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Buscamos una segunda opinión y milagrosamente conseguimos una cita con uno de los mejores urólogos del país. En consulta con él nos confirma el diagnóstico médico y nos recomienda dejar muestras en el banco de esperma, debido a que muy probablemente el tratamiento post operación afectaría de manera severa mi fertilidad. Fue un momento difícil, escuchar lo que no quería escuchar. Pero contábamos con un grupo de amigos en nuestra casa Living Room que oraban por nosotros día y noche.

Un día Dios nos recordó una promesa a mi esposa y a mí: “tu descendencia será como las estrellas del cielo” a la cual nos aferramos y caminamos en esa convicción. Procedemos a programar la operación y se realiza exitosamente el 15 de septiembre. Ese mismo día, lo retirado es enviado a patología. Pasados los días, llegó la hora de la cita con el oncólogo, entramos a su consultorio y le entrego todos los resultados de los exámenes y me dice, “Nicolas tuviste cáncer” primera vez que escuchaba esta palabra en todo el proceso, “pero todo fue retirado en la operación, ahora solo tengo que controlarte con exámenes de sangre por 5 años y no requieres quimioterapia”.

Al escuchar estas palabras me afirmo que el amor de Papá es tan grande por sus hijos, que Él nos sanó y tengo la certeza que estos 5 años de controles de sangre seguirán evidenciando mi sanidad. Dos meses después, mi esposa me da la mejor noticia “vamos a ser papás”, afirmando esto una de las promesas de Dios para nosotros. El pasado 7 de julio de 2019 nació nuestro principito, Matías.

 
Living Room