ALVARO MARTINEZ

 
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¿CÓMO HAS VISTO LA PROTECCIÓN DE DIOS EN TU VIDA?

Hace unos meses me dirigía en mi carro hacia una reunión de  trabajo a las afuera de la ciudad. Llevaba un promedio de velocidad alrededor de 120 kilómetros por hora. Todo iba normal, no había mucho tráfico y la carretera es confiable. Sin embargo, en una recta, ya casi llegando al destino, logro visualizar un camión que se encontraba estacionado en el carril derecho de la carretera, por lo que, a medida que me acercaba, me trasladaba al carril contrario para pasármelo o darle un traspaso y continuar mi rumbo. Pero con lo que no contaba era que justo en el momento cuando  ya me lo estoy pasando, el conductor de dicho vehículo decide también cruzar al lado izquierdo de manera sorpresiva para meterse en el carril donde yo iba, sin poner luces direccionales. Esto ocasionó que, de inmediato, le diera un freno muy fuerte a la camioneta, la cual, producto de la velocidad que iba,  se deslizó, y tuve que reaccionar cruzando la cabrilla al lado izquierdo. Luego, viendo que me podía ir fuera de la carretera, decido cruzar la cabrilla para el lado derecho para retomar mi carril, lo que originó que la camioneta quedara  de lado y comenzara a patinar hasta llegar al final de la carretera donde,  desafortunadamente, me esperó una cuneta: al instante se levantó la camioneta del lado de atrás y comenzó el carro a dar vueltas.

 
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En este preciso instante sentí la protección perfecta de Dios debido a que me sentía como en una cápsula, y todo a mi alrededor dando vueltas. Vidrios partidos, palos dentro de la camioneta, bolsas de aire estalladas, llantas estalladas. El carro dio cuatro vueltas derribando árboles y  el monte que se encontraba en la zona. En el momento en el que la camioneta deja de dar vueltas ─porque un árbol frenó el carro─, yo decidí abrir mis ojos y tocar todas las partes de mi cuerpo. Para sorpresa mía y de todas las personas que llegaron al lugar, en mi cuerpo, gracias a Dios y de manera milagrosa, no tenía ni un solo rasguño.

Reacciono de manera rápida y salgo por el panorámico del carro. Las personas que se me acercaban solo podían decir que no entendían como seguía con vida. Me miraban para ver si tenía alguna herida, pero no: por mucho que buscaran nada me había ocurrido. En ese instante pude entender que una vez más la mano protectora de Dios me había guardado.

 
 

¿QUÉ PIENSAS AL VER LAS FOTOS DE TU CARRO?

Después, viendo con más calma la camioneta y las fotos del carro, no podía parar de decirme a mí mismo y conocidos que definitivamente  esto había sido un milagro de Dios en mi vida, porque el carro quedó en una pérdida  total.

En el Salmos 23 dice: «El Señor es mi Pastor y nada me faltará». Esto es más que palabras, es una realidad diaria en nuestras vidas. Dios es nuestro Padre, nuestro gran pastor, y día y noche nos va a proteger. Más allá de los errores que podamos cometer en la vida o imprudencias, Él es y seguirá siendo siempre nuestro gran Pastor quien nos va a cuidar hasta que partamos con Él para el cielo.

Yo soy testimonio vivo de eso. Hoy sigo disfrutando de una hermosa familia, amigos, trabajo y, además, me regaló un nuevo carro.

 
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